El trabajo en tiempos y espacios “virales”, virtuales, hoy

Ana María Araújo, 13 de mayo de 2020. En tiempos del coronavirus global.


   “Descubrir, bajo las nuevas formas de exclusión social,la actualización de la explotación y de la alienación.”

George Labica

 

Introduciéndonos en sociedades de los “no-lugares” de los ciber-tiempos

Decía Martín Buber, hace ya mucho tiempo, que la problemática del hombre se replantea cada vez que parece rescindirse el pacto primero entre el mundo y el ser humano.

Son tiempos estos, en que el ser humano parece encontrarse en el mundo como extranjero, solitario, desamparado; en espacios donde se ha borrado una imagen del Universo, desapareciendo con ella la sensación de seguridad – una cierta seguridad-que se siente ante lo familiar. Entonces, desde la intemperie, desde la incertidumbre existencial, social, arraigada en nuestros cuerpos, desde estos no-espacios y no-tiempos, nos preguntamos, otra vez, siempre, sobre nosotros mismos, sobre el otro, sobre estos nudos socio-psíquicos que nos abarcan, sobre estas sociedades de un antiguo-nuevo Capitalismo.

Estamos viviendo hoy una verdadera mutación civilizatoria que nos habla no solamente de la vertiginosidad del pasaje del tiempo, de la aceleración de las transformaciones tecnológicas, de la aparición de un universo virtual donde el cyber-mundo construye y de-construye subjetividades.

Nos enfrenta también a una profunda transformación antropológica que se expresa en en los vínculos, en las nuevas formas de la comunicación regida por la Big Data, en la vivencia del Deseo, en la vida cotidiana toda. En “sujetos sociales complejos” (J. Rhéaume, 2004) fragmentados por la des-territorialización de un espacio innovado por las nano-tecnologías y un tiempo vertiginoso que no logramos aprehender totalmente.

Nos vamos transformando en Identidades regidas por la sociedad de la imagen, la sociedad “de la transparencia”. Verdaderos “zombies” de una computadora que abarca el universo real y simbólico de nuestro ser-en –el mundo; y la urgencia y la vertiginosidad del pasaje del tiempo, inhabilitan tomar distancia y desarrollar un pensamiento crítico.

Entramos en “la era de las águilas” (G. Wajcman ,2011) esa ave que se caracteriza por tener los ojos más grandes que el cerebro lo cual no significa ser incapaces de desarrollar pensamiento, sino simplemente que se piensa a través de la mirada. Mirada vigilancia, mirada-transparencia. Imagen-movimiento. Nadie puede, sustraerse a la Gran Mirada en esta situación donde se impone el panóptico foucaultiano, si, pero hoy articulándose con un ciberpanóptico internalizado por nosotros, frente al miedo del contagio.

Orwell ya nos hablaba del Gran Hermano y de esa insostenible y constante suprema vigilancia. Vigilancia de los cuerpos, vigilancia de las almas.

La des-corporización personal que se establece en la fascinación por la imagen y las nuevas formas de comunicación cibernéticas, donde el cuerpo se vuelve ausente y la mirada se transforma en el sentido privilegiado del vínculo, se articula con la des-corporización social, exigida hoy por el nuevo aislamlento social del mundo todo, frente a la amenaza del VIRUS.

Lo incierto, lo desconocido invade nuestras cotidianeidades,

Es la sociedad de la incertidumbre, que, frente al ojo absoluto de la vigilancia y al cibercontrol, genera una cierta vulnerabilidad y fragilidad que nos atraviesa en este momento histórico-social- viral, tan intenso, y que transforma nuestras subjetividades.

El nuevo panorama mundial atravesado por este extraño coronavirus imperante, al cual nos enfrentamos, incentiva un caos global que se expresa en la esfera de lo económico, lo político, lo social, lo laboral, en el espacio psíquico, en los “nudos socio-psíquicos” De Gaulejac V. (2010)   de todos y de cada uno de nosotros. Trastoca valores.

El universo afectivo se desdibuja, o se expresa a través de formas distintas, las relaciones sociales “se licúan” Z. Bauman (2007), las relaciones laborales adquieren nuevas dimensiones.

Somos transeúntes de auto-rutas cibernetizadas, y los encuentros, afectivos, institucionales, laborales se vuelven inciertos, en espacios y tiempos inacabados.

Estamos viviendo una verdadera “metamorfosis del vínculo social” R. Castel (1998) Las antiguas respuestas a las antiguas preguntas, no alcanzan.: esta nueva realidad exige crear nuevos paradigmas para comprende, para incidir, para pasar a la acción.

Y construir resistencias, sanitarias, laborales, políticas. Porque esta mutación a la cual aludimos se enmarca en un contexto político mundial que atraviesa fronteras, con la suprema ironía, la gran paradoja, de crear muros nuevos de contención ante el temible pasaje del VIRUS. Y “resguardarnos” del “otro” del portador de la muerte, real o simbólica. Así nos enfrentamos a las pantallas, en nuestros hogares, separados de nuestros amigos y amigas, de nuestros vecinos, de nuestros pares; y contamos en silencio, día a día, noche a noche, los enfermos, los muertos.

Y surge entonces aquellas preguntas de Giorgio Agamben ¿Cómo hemos llegado al punto en que nos encontramos?; ¿qué podemos hacer?; ¿Qué dirección tomar?; ¿qué sociedad es ésta que no tiene otro valor que la sobrevivencia?

Porque en estas respuestas, siempre abiertas, siempre cambiantes, se juega la ética de la libertad, de la solidaridad.

 

El trabajo: en tiempos del capitalismo cognitivo, del tecno-capitalismo. Del capitalismo de la emoción

Hikikomori. Karoshi

Estas 2 palabra que evocan conceptos y situaciones existenciales, enmarcan, a mi entender hoy , un cierto aspecto del mundo del trabajo, haciendo alusión al teletrabajo.

Hikikomori, en japonés significa aislamiento.

Quedé impactada, al vivir un corto tiempo en Tokio, por el hecho que los psicólogos y los sociólogos,  se referían, altamente preocupados, a esta realidad.

En efectos, los jóvenes japoneses pasaban prácticamente toda su existencia en sus respectivas pequeñas habitaciones: frente a la pantalla: educación a distancia; videos juegos; play-.station; comida por deliveries; música por you tube y otras espacios; amigos , compañeros de estudio y de trabajo a través de diversas redes sociales; citas eróticas por espacios especializados, Un mundo-on-line.

Las repercusiones de este aislamiento, comportaban, me dijeron, patologías , frente a un universo donde lo colectivo, se diluían en la pantalla y casi no existía posibilidad de encuentros corporales. Depresión. Ataques de pánico. Insomnio. Ansiedad. Angustia ante un posible “ghosting” ( de ghost; fantasma en inglés) cuando el otro desaparece del espacio virtual repentinamente sin dejar rastro. Problemas ergonómicos, cansancio visual, agotamiento psíquico, contracturas, Patologías conocidas, si, pero ampliamente acrecentadas por esta realidad de “aislamiento social”, de “conexión virtual”

Esta realidad era deseada fundamentalmente por los jóvenes en aquel Tokio que conocí. Hoy, coronavirus mediante, estamos exigidos por este “aislamiento social”, con lo que ello comporta en nuestras vidas cotidianas.

Es imposible, sería absolutamente irreal pensar hoy, en posibles actividades sin las nuevas tecnología y creo, por otra parte, que sería profundamente peligroso demonizarlas.

Los dispositivos tecnológicos, nos dice Franco Bifo Berardi en su entrevista en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona con la periodista Ingrid Guardiola (2019), se han convertido en una prótesis de nuestro cuerpo , afectando las emociones, el psiquismo, la percepción , la relaciones con el otro. Las relaciones laborales, pienso yo. Parecería que la presencia de la corpereidad ya no es decisiva. Cierto, nos sigue diciendo Berardi, las tecnología no son, definitivamente no son negativas. El trabajo on-line, el teletrabajo no es “malo” en sí, sólo produce sufrimiento y repercusiones psicosomáticas que se acercan a patologías a analizar, cuando se vincula con la competencia y el aislamiento desenfrenado, con la inequidad social -de unos y otros, aquellos que tiene posibilidades de reunir las condiciones materiales y subjetivas para desarrollarlo y aquellos, quizás una gran mayoría .que no.

Importante entonces tener en cuenta la diferencias sociales culturales, económicas , familiares, emocionales que este tipo de relaciones laborales (que ya existía anteriormente pero que hoy se ve vertiginosamente acrecentadas) analizar las repercusiones no ya de las nuevas formas de vínculos que ellas generan en nuestra cotidianeidad, sino en las relaciones laborales.

El concepto de proxemia se refiere a la distancia que se estable entre 2 o más espacios. Esta distancia puede ser íntima, personal, social, laboral, publica y se inscribe en un contexto socio-histórico. Se inscribe en la polis. Es por tanto, política, en el sentido más amplio del término. Y marca su inscripción en una civilización. Es por lo tanto un hecho civilizatorio también.

En esta mutación civilizatoria por la cual estamos atravesando, la proxemia se adapta y es producto de esta mutación.

El trabajo-on-line se refiere a esta distancia, a esta proxemia, situándonos frente a una máquina que nos exige cumplir con la productividad impuesta por el empleado.

Karoshi

En japonés, Karoshi significa muerte, agotamiento por trabajo.

Estamos viviendo en la actualidad – aquellos que tienen, tenemos trabajo- una sensación de agotamiento psíquico, físico desde nuestro aislamiento social.

Agotamiento simbólico por tener que cumplir con nuevas exigencias de un mundo laboral cambiante, y muerte simbólica por la pérdida de las relaciones y vínculos sociales y laborales de lo que dejamos atrás, teniendo casi la certeza que en el después de esta pandemia no habrá un después similar al que fue.

Para aquellos que no tienen trabajo, la muerte de la inexistencia social, unida con el aislamiento social se potencian y producen situaciones de enorme sufrimiento psíquico,

Perdida de un mundo y sensación de muerte de su existencia en él

El sistema neoliberal actual incentiva ambos conceptos.

Aquí, el polo trabajo-capital sigue vigente, pero adquiere características especiales,

El universo laboral del fordismo-taylorismo así como el del toyotismo se encuentran cohabitando con un nuevo modelo de trabajo, producto de las vertiginosamente aceleradas transformaciones del Capital, que, en menos de medio siglo ha pasado de ser capital industrial a coexistir con el capital financiero, y con un capital que se metamorfosea constantemente y da lugar a un Sistema de Capital Mundial e Integrado- Virtual. Sistema virtual que se rige por las leyes de un Capitalismo cognitivo, donde la articulación de algoritmos, la “eficiencia” de la Inteligencia artificial, y la manipulación libidinal del trabajador nos habla de nuevos paradigmas de explotación y de opresión.

El Capitalismo cognitivo surge en su esplendor, acompañado por el Capitalismo tecnológico, el cual lo sostiene, a partir de los nuevos y vertiginosos avances de los instrumentos tecnológicos en su capacidad de manipulación del Mercado, de las relaciones laborales y de la vida del trabajador. El sistema anterior persiste, con este Capitalismo en constante movimiento (Han lo comparará con la serpiente) y desarrolla una virtualidad que manipula y “seduce” el universo laboral.

Quizá la tarea hoy desde distintos campos del pensamiento, desde una postura inter disciplinaria, consista en deconstruir sus nuevas formas de explotación y alienación.

El Capitalismo de la emoción, nos dice Byung Chul Han (2016) se inscribe en el régimen neoliberal y utiliza las emociones para incrementar la productividad y el rendimiento del trabajador al costo que sea. El capitalismo de la emoción, se sirve de la pseudo libertad del trabajador, manipulando su actitud de “Self-made-man- , de productor de su propio horario de trabajo, de su “elección” de cómo y cuándo trabajar, invisibilizando la explotación real en un espacio virtual, donde el Gran capital, la Empresa, el Sistema Managerial, controlan, vigilan y profundizan la alienación.

“La economía neoliberal, en pos del incremento de la productividad permanente, construye inestabilidad e impulsa la emocionalidad en el proceso productivo.” (B. Ch. Han ( 2014)

En efecto, la inestabilidad de no poder alcanzar nunca el rendimiento deseado, trabaja sobre la emoción del trabajador para impulsarlo a “producir más y mas”… desde su hogar, desde su espacio, desde su tiempo – supuestamente elegidos por él,
el teletrabajo, el trabajo impulsado por este sistema del capitalismo neoliberal se instala; y se va internalizando en la vida cotidiana del trabajador:

Esta realidad se ve acrecentada, y profundamente incentivadas sus características de alienación laboral en la vida de la mujer trabajadora, que, desde valores instaurados y aún vigente de la sociedad patriarcal, en la mayoría de los casos, cumple su “doble jornada de trabajo” desde su hogar.

Esta coyuntura por la cual atravesamos, se ve condicionada por este modo de producción en donde no sólo se busca la competencia material y cognitiva, sino emocional. Apunta al deseo del trabajador, de la trabajadora de producir más desde supuestas mejores condiciones. Sabemos, que estas “condiciones” de un cierto teletrabajo, de un cierto trabajo on-line, que goza de un supuesto confort… implica, inexorablemente una enorme inequidad social. Aquel trabajador que no posea ese “confort”: condiciones ergonómicas, espacio habitacional necesario, instrumentos tecnológicos adecuados y fundamentalmente conocimiento perfecto (para mejor competir) de las nuevas tecnologías, aquel trabajador, aquella trabajadora que no posea una cierta contención familiar, emocional, estará en situación de “looser;” si, de perdedor. La antigua lucha entre “looser” y winners”. Perdedores y ganadores.

Estas nuevas formas que adquiere el universo del trabajo, acentúan aún más, las situaciones de gran ansiedad, stress, depresión, angustia en la actualidad.

Las condiciones de “aislamiento social”, por la cual atraviesa el mundo   todo, debido a la aparición del COVID-19,hoy, potencia además el miedo, Miedo a la pérdida del trabajo y a la posibilidad de no “estar a la altura de las exigencias”. Pero latente, acechando consciente o inconscientemente, allí en silencio, se dibuja desde la incertidumbre, el miedo a la muerte, Real o simbólica.

El trabajo informal, los trabajadores zafrales, la desocupación creciente, generan situaciones de vulnerabilidad, de fragilidad identitaria, y miedo a lo que vendrá. La inestabilidad laboral ya existente en el sistema neoliberal, se articula con lo desconocido, que nos rodea como fantasma que recorre el mundo; el Virus.

Los nuevos excluidos sociales aparecen en escena y se unen a la vivencia de la explotación. De la opresión.

¿Cómo superar esta situación? ¿Cómo al menos, neutralizarla para crear nuevas formas de resistencias hoy?

Desde el cibercontrol laboral y la incertidumbre hacia una posible esperanza del encuentro. De la resistencia

Yo siento la necesidad de crear nuevos paradigmas, no sólo para interpretar y analizar este Sistema Mundo mutante, este Uruguay actual , sino para incidir en la transformación, a través de la praxis, de nuevas formas de resistencias que nos hablen de un mundo más justo, mejor. Que nos orienten hacia formas de trabajo más humanas, más justas, menos desiguales, más aggiornadas.

Esta necesidad, exige pensamiento crítico, análisis interdisciplinario, y colectivos. Colectivos de trabajadores, de trabajadoras que enfrenten desde reflexiones y acciones abiertas, no ortodoxas la tarea de apoyar una real transformación.

El arte de la vida, como praxis de la libertad,, nos dice Han , tiene que adoptar nuevas formas de resistencias.

¿Cuáles?

Tal vez, después de este eclipse social que nos atraviesa hoy, salgamos juntos, solidariamente. Enfrentando la vigilancia con la solidaridad. El control con la libertad.

Quizás, aquellas palabras de Gilles Deleuze, en su diálogo con Michel Foucault nos den una cierta pista, para construir esperanza.

“Creer en el mundo es lo que más falta nos hace, Hemos perdido el mundo. Nos lo han desposeído, Creer en el mundo es suscitar acontecimientos, aunque sean pequeños que escapen al control, y hacer nuevos espacios-tiempos de resistencias. Es a nivel de cada instante que nos jugamos la vida: frente a la capacidad de resistencia o a la sumisión del control. Necesitamos al mismo tiempo, creación y pueblo”

ANA MARÍA ARAUJO-

UNIVERSIDAD DE LA REPUBLICA     MONTEVIDEO MAYO 2020.

 

Bibliografía Breve

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