Max Pagès

Max Pagès nació en 1926 en Constantinopla. Es una figura significativa de la psicosociología francesa. Después de los estudios de psicología en la Sorbona y en el Instituto de orientación profesional, estuvo un largo tiempo en los Estados Unidos donde trabajó bajo la dirección de Carl Rogers, a quien hizo conocer en Francia. Dirigió el departamento de psicología industrial de la CEGOS en los años 1950 antes de entrar en la Universidad en la facultad de Rennes, después en la Sorbona. En 1958, funda la Asociación de Investigación y de Intervención Psicosociológica (ARIP) con Guy Palmade. En 1968 es nombrado profesor en la Universidad Paris-Dauphine en la que funda el Laboratorio de Cambio Social. En 1980, une la UFR de ciencias humanas clínicas a la Universidad Paris Diderot. Sus dos primeras obras, “La orientación no directiva en psicoterapia y en psicología social” y “La vida afectiva de los grupos”, publicadas en Dunod en 1966 y 1968, proceden de su tesis en la que esboza una teoría de la relación humana. En 1979, publica el Control de la organización, con M. Bonetti, V. de Gaulejac y Daniel Descendre. En esta investigación, inaugura una epistemología de la complejidad a partir de un análisis pluridisciplinar del sistema de poder en acción en una empresa multinacional hipermoderna. El análisis apunta a entender las relaciones entre los registros económico, político, ideológico y psicológico. Esta obra precursora será reeditada en cinco ocasiones, siendo la última en Presse Universitaires de L´ULB (Universidad Libre de Bélgica) prevista para 2018. La pregunta por las influencias recíprocas entre las organizaciones sociales y las estructuras inconscientes individuales se convertirá en una constante en sus trabajos de investigación. A partir de estos principios epistemológicos, animará una red de investigadores alrededor del Análisis dialécticoque ha producido múltiples encuentros, en particular los coloquios de Spetses, en Grecia, organizados por Klimis Navridis.

En 1980, abandona la Universidad Paris-Dauphine para unirse al Laboratorio de Psicología Social Clínica, dirigido entonces por Claude Revault d´Allonnes, en la UFR de ciencias humanas clínicas. Allí continuará sus reflexiones para construir una teoría de la psicoterapia como práctica compleja en la confluencia de los registros emocional, psíquico – consciente e inconsciente- y de la historia familiar y social. Su práctica de psicodrama emocional, introducida en el trabajo terapéutico individual y en grupo, está descrita en su obra “Psicoterapia y complejidad” (1993). Escribirá una “novela epistemológica” que describe su recorrido intelectual en relación con su historia de vida. En “El trabajo de existir”, escrito con Didier Van den Hove en 1996, busca entender cómo se construye un pensamiento, las fuerzas que lo hacen evolucionar, sus raíces afectivas y familiares, el peso de los acontecimientos sociales, el impacto de las referencias teóricas y finalmente cómo se teje un destino en la intersección de su novela familiar y de su trayectoria social.

En esta obra, se define a sí mismo como un “psicólogo para conversar” preocupado por establecer puentes con las otras disciplinas, por destruir las barreras entre la teoría y la práctica, por articular la búsqueda intelectual y la experiencia personal. El trabajo amoroso es sin duda la obra en la que muestra con una autenticidad desarmante los vínculos indisociables entre el pensamiento racional y la vida íntima. Mezcla allí deliberadamente escritos teóricos, referencias personales, recortes de periódico con el fin de mostrar cómo el pensamiento y la sensibilidad son dos maneras complementarias e indisociables de agarrar el mundo.

Era también un investigador comprometido. El estatuto inaugural del Laboratorio de Cambio Social propone romper con la falsa neutralidad de las ciencias que las mantienen en un estado de dependencia cara a cara con los poderes establecidos con el fin de luchar contra la alienación económica, política, cultural y psicológica. En su libro sobre la violencia política (2003), escrito con diferentes colegas procedentes de horizontes diferentes, se interroga sobre las violencias terroristas y antiterroristas para tratar de comprender en qué momento y bajo qué fuerzas los conflictos escapan a sus autores para transformarse en paranoia colectiva e instalarse en una lógica persecutoria que fabrica sus propios enemigos.

Investigador creativo, a veces incomprendido, cuestionado, era una personalidad que no podía dejar indiferente. Ha abierto pistas para investigaciones y prácticas innovadoras que han influenciado de forma duradera a muchos investigadores en ciencias humanas y a profesionales de la relación. Para quienes han tenido la suerte y el privilegio de acompañarle, sabía trasmitir el gusto por la investigación, el placer por la enseñanza y una curiosidad sin límites por las cosas humanas. Nos autorizó a pensar por nosotros mismos. Nuestro reconocimiento es profundo para el investigador, el profesor y el amigo.

Vincent de Gaulejac (Traducción, Isabel Cerdeira)